Sunday, July 6, 2014

Cuatro niños nacieron en carpas y en medio de la adversidad

El Beni y sus provincias sufrieron el embate de las lluvias entre septiembre de 2013 y marzo de 2014. Las viviendas se cayeron y obligó a los damnificados a vivir en carpas. En esas condiciones, cuatro niños nacieron en el campamento 27 de Mayo. Las protagonistas describen cómo vivieron los peores momentos. Recién, hace dos semanas, el grupo desocupó las calles y se fue a casa intentando recuperar sus sueños.



Luz Clarita está inquieta. Llora en los brazos de su madre. Nació hace dos meses en el campamento 27 de Mayo.

A primera vista, una desvencijada cocina, cuyo color azul lucha por distinguirse, es el único bien del lugar.

María Isabel Tuco surge de entre las paredes de la casa de lona instalada para los refugiados de las inundaciones, en Trinidad. Además de Luz Clarita, la acompaña la hija mayor, de nueve años.

La noche del 4 de junio, María Isabel está en una de las 45 carpas afincadas temporalmente en la avenida 27 de Mayo, una amplia vía de tierra con tenue luz del alumbrado.

A ambos lados de la calle fueron levantadas 45 carpas, una al lado de la otra, una frente a la otra, con apenas dos metros de distancia.

En este sitio acamparon 3 bloques: El Recreo, Villa Marín y San Ignacio Muyba. Cada uno extendido a lo largo de una cuadra.

María Isabel y su familia provienen del barrio El Recreo que, en febrero, pasó el peor momento de su historia y quedó bajo el barro.

La joven madre, vestida con ropa ligera para contender los 23 grados nocturnos, cierra los ojos al recordar aquel momento: el aluvión tumbó como naipes las débiles y precarias paredes de la casa construida con chuchío (bambú) hecha a la manera antigua con barro y amarrada con bejucos güembé (planta tropical cuyos tallos, largos, delgados y flexibles se emplean como ligaduras).

Rememora unas horas antes de los hechos. Por su embarazo y al estar muy delicada se fueron con sus tres hijos a la casa del suegro. Aquel día no paró de llover, la lluvia era tupida, parecía una pesadilla. “Ya a las 3 de la madrugada me levanté y fue cuando pisé agua que ya estaba cerca de la cama”, dice.

Alertó a sus cuñados y a los ancianos suegros. Pensó en su casa y decidieron ir de inmediato hasta el barrio El Recreo, un nombre alegre para un complicado momento

...Todo estaba mojado. El agotado cuerpo de su suegro apenas podía cargar algunos objetos. Ella tampoco era de mucha ayuda, aun así rescataron lo que pudieron. El agua en cuestión de minutos subió e hizo inestable el lugar. El chuchío no soportó por mucho rato la fuerza de la tormenta.

La familia de María Isabel Tuco y otras 44 más, fueron conducidas a una escuela primero y al refugio de la 27 de Mayo, después.



LUZ CLARITA Allí, en la calle y en una carpa esperó el nacimiento de Luz Clarita. Los colchones en el piso y cada día ponerse de pie era un suplicio, más en los últimos meses de gestación.

Luz Clarita es la hija menor de María Isabel. La mayor tiene 9 años y dos varones están con 6 y 4.

A pesar del infortunio, sus hijos no dejaron la escuela. Su esposo, Fernando Pereira, continúa trabajando en el campo.

A cuatro meses de aquel fatídico día, María Isabel expresa su deseo de volver a su casa, pero la situación aún no estaba clara, la vivienda no fue reconstruida, los accesos a su barrio permanecían cerrados, el dinero era escaso y las autoridades mantenían silencio.

Las dificultades le empezaban a apretar el estómago. “Tengo una cocina, pero a veces no hay arroz para darles a mis hijos. Ya los víveres no llegan”.

Marioli Pérez encargada del campamento 27 de mayo, bloque 2, representante del barrio Pedro Ignacio Muiba cuenta que a un principo el grupo estaba compuesto por 45 familias.

Desde que salieron a albergues nacieron cuatro niños. Dos en el campamento de la 27 de Mayo y dos cuando estaban alojados en un colegio.

EN EL CAMBÓDROMO Otro de los sitios donde, hasta el sábado 7 de junio, permanecían los refugiados es el Cambódromo.

A media tarde, el sol castiga con dureza a quienes están bajo las carpas. Karen Ruiz Taborga se muestra como representante del grupo.

Dice estar entusiasmada porque sabe que se acerca el momento de volver a su hogar. Hasta el último día, permanecieron 33 familias.

Cuenta que ha sido incómodo vivir en esas condiciones casi cuatro meses. “Pero elay, tenemos lavandería, ducha y cocina” señala al mostrar con la mano el lugar donde fueron instalados estos servicios.

Los niños fueron las mayores víctimas. En una carpa dormían seis personas en dos colchones.

Dos semanas después, finalmente se retiraron de la zona las 38 familias. Van a intentar recuperar su propiedad y reconstruir su casa con lo poco que tienen. María Isabel se fue con el temor de que se avecina octubre y con él... las lluvias.

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