A tres semanas del desborde del río Rocha en Esquilán Grande, en Colcapirhua, más de 50 casas y varias ladrilleras continúan anegadas. El agua está a una altura de 50 centímetros y la Alcaldía no logra sacarla con bombas.
El líquido estancado genera mal olor y los mosquitos han proliferado. El lugar es similar a una hoyada donde la población se dedica a la agricultura y la fabricación de ladrillos. Todas esas actividades se han visto perjudicadas por la inundación. Las viviendas presentan serias rajaduras y corren el riesgo de colapsar, dos ladrilleras ya se derrumbaron.
La mayoría de las familias no han abandonado sus casas por temor a robos y deben soportar el olor que desprenden las aguas negras y una plaga de mosquitos.
Además, en la zona ha aumentado las enfermedades respiratorias. Hay el riesgo de males estomacales y de la piel producto de las aguas estancadas, indicó el director de Desarrollo Productivo, Freddy Aguilar.
“Estamos preocupados, porque las aguas van a comenzar a podrirse y hay proliferación de vectores”, dijo.
El municipio saca el agua con seis bombas, cinco son de cuatro pulgadas y sólo una es de ocho. La Gobernación envió seis bombas, pero de ese número tres se han dañado.
“Queremos abrir zanjas para desfogar el agua hacia el río Chijllawiri, pero como puede continuar lloviendo hay temor de que el agua continúe ingresando”, explicó. (Los Tiempos)
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