Los productores de oleaginosas y granos de Santa Cruz anticiparon millonarias pérdidas en la campaña de invierno, donde unas 225.000 hectáreas fueron afectadas por una aguda sequía, que azota los cultivos en el norte integrado y la región este del departamento.
Según un pronunciamiento del presidente de Anapo, Reinaldo Díaz, en junio llovió algo, pero en este mes de julio prácticamente han desaparecido las lluvias. Esta situación impide cargar el grano, hay desesperación en el campo, dijo el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez.
EMERGENCIA
El sector agropecuario se declaró en emergencia, por la gravedad de la situación para los productores y principalmente por la disminución de alimentos para garantizar su provisión a las cadenas alimentarias del país, en los sectores avícola, lechero y porcino, entre otros.
El expresidente del IBCE, José Luis Landívar, declaró a EL DIARIO, que el sector mantuvo reuniones con el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, César Cocarico, para adoptar las medidas más aconsejables.
CAMPAÑA DE INVIERNO
La campaña de invierno 2016 comenzó con las siembras en los meses de abril y mayo, aprovechando las primeras precipitaciones pluviales que cayeron en las principales zonas de producción. En este primer tramo, se logró sembrar 100 mil hectáreas de trigo, 86 mil de girasol, 100 mil de maíz y 225 mil de sorgo, las cuales en su conjunto podían aportar con la producción de 1,2 millones de toneladas de alimentos.
SEQUÍA
De acuerdo al pronunciamiento de la entidad cruceña, la acumulación de lluvia desde abril a julio a la fecha, varió entre 56 a 90 mm en las distintas zonas de producción, como Pailón, Cuatro Cañadas, San Julián, Okinawa y San Pedro.
“La lluvia acumulada es insuficiente para satisfacer las necesidades mínimas de agua en los cultivos sembrados, que requerían de unos 400 milímetros, razón por que la afectación es severa en los rendimientos esperados”, explicó Rodríguez.
IMPACTO
Díaz indicó que, como consecuencia de la extrema sequía, la totalidad de los cultivos se encuentra afectado: en trigo 80%, girasol 70%, maíz 70% y sorgo 80%.
Con estas cifras, Anapo estimó que habrá menor producción de alimentos; en conjunto, de unas 450 mil toneladas, en las siguientes proporciones: trigo,40.000 tms; girasol, 30.000; maíz, 120.000; y sorgo, 260.000.
Díaz calculó que la merma en la producción representa una pérdida de más de 122 millones de dólares para los productores.
PLAGAS
La extrema provocó, a su vez, ambiente propicio para el ataque agresivo de plagas, como del gusano cogollero en maíz, que pudo evitarse, si los productores hubieran tenido acceso al maíz bt, que es genéticamente modificado y tiene resistencia al gusano.
PRECIOS
Anapo evaluó también que la situación, que se ha visto agravada por el precio injusto que recibieron los productores por su producción de grano de soya, en la campaña de verano 2015-2016, debido a las restricciones oficiales a la exportación de grano de soya, pese a que el mercado interno estaba abastecido y existían excedentes para exportar.
“Los productores, en promedio, recibieron 30 dólares menos por tonelada, acumulando una pérdida para el sector de 60 millones de dólares, por 2 millones de toneladas no producidas”, sostuvo Díaz.
PLANTEAMIENTO DEL SECTOR AGROPECUARIO
Solicitar la creación de un fondo de reactivación económica a través del Banco de Desarrollo Productivo (BDP), para que los productores afectados puedan reprogramar sus deudas, con líneas de financiamiento de largo plazo (7 años) y tasas de interés de fomento.
Un fondo de reactivación económica que debe permitir a los agricultores a refinanciar sus deudas que tienen con las casas comerciales y las industrias.
Habilitar el Comité Nacional de Bioseguridad para la evaluación y aprobación de nuevos eventos biotecnológicos para los cultivos de soya y maíz, principalmente.
Liberación plena de la exportación de grano de soya para que los productores puedan recibir un precio justo por su producción, en las campañas agrícolas siguientes.
Importación de alimentos faltantes para garantizar su abastecimiento a las principales cadenas productivas (avícola, lechera, porcina y otros).
Evitar el ingreso de productos agropecuarios de contrabando que compiten de forma desleal con la producción de los productores agropecuarios.
Fuente: Anapo
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