Chullpa K’asa Chico
Las 10 familias que sobrevivieron al deslizamiento de Chullpa K’asa Chico, el 8 de febrero, están alojadas en carpas, muy cerca de donde aún se realizan las tareas de búsqueda de las cinco víctimas fatales, cuyos restos permanecen sepultados debajo de toneladas de tierra.
Los pobladores evacuados viven en 10 carpas en medio de la incomodidad, la humedad y el dolor de haber perdido trágicamente a sus familiares. Otros aún se alojan en la Escuela 14 de Septiembre y en casas vecinas.
La dura realidad por la que atraviesa esta población se refleja en la vida de Pablo Coca, quien perdió su familia, animales, casa y siembra. Al encontrarse triste y solo, pijchea coca y se toma unos tragos, mientras camina de casa en casa pidiendo un poco de comida a los vecinos.
Sin poder contener el llanto, Coca, pidió que encuentren a su esposa, Florentina Huarachi, y a sus hijas, Ana y Delina Coca.
El SAR-FAB, la Unidad de Gestión de Riesgos y el Ejército, con 40 personas, trabajan todo el día con palas y picotas escavando la tierra remojada por la filtración del agua, soportan el fuerte olor de animales y cuerpos que comenzaron a descomponerse y tardan horas en mover las grandes rocas para buscar debajo de ellas a las víctimas.
A pesar de estar herido, la mascota de Berna Guillén, Rambo, sobreviviente del desastre natural, acude cada día desde muy temprano para ayudar en el trabajo de excavación. Él sufre de amartelo y no prueba bocado, aunque se le insista.
El dirigente de Chullpa K’asa Chico, Serafín Muriel, explicó que les hace falta agua potable, ya que usan la de un río para cocinar; tampoco tienen luz, cocina, garrafas y animales para retomar su vida normal.
El alcalde de Quillacollo, Charles Becerra, llegó ayer a la zona con 3,5 toneladas de víveres recolectados el domingo en una campaña encarada por Canal 29, el grupo SAR-FAB, la Armada y el municipio. Comprometió su apoyo y enviará maquinaria pesada para el dragado del río donde se encuentra la mazamorra caída.
La doctora de la posta de salud de Chullpa K’asa, Rosmery Burgulla, quien ya hizo la solicitud al Sedes sin tener respuesta, explicó que en el centro hacen falta medicamentos, sobre todo, para los niños con resfríos y diarrea; y para los rescatistas que sufren accidentes leves en su trabajo.
Las clases están suspendidas en la comunidad a pesar del deseo de los niños de volver a la escuela. La profesora, Miriam Torrico, dijo: “Yo me admiro mucho de estas wawas de Chullpa K’asa Chico, tantos años he trabajado aquí, y me doy cuenta que son bien despiertos, les gusta estudiar. No piensan hacer a un lado la escuela”. Al menos la mitad de los estudiantes murieron en el derrumbe.
Niños sufren traumas y aún no hay clases
La profesora de Chullpa K’asa Chico, Miriam Flores, que trabaja desde hace 18 años en la comunidad, expresó que los 11 niños que sobrevivieron al desastre no pasan clases debido a que sufren traumas, “por lo que necesitan el apoyo psicológico; lo mismo ocurre con las personas mayores”, dijo.
Flores explicó que tanto la escuela antigua como la nueva quedaron destruidas por el alud. Sin embargo, se logró rescatar una parte del mobiliario, como pupitres. Se prevé que para la próxima semana recién se inicien las labores educativas de primero a cuarto curso. Los estudiantes pasarán clases en una carpa a pedido de los padres de familia, para evitar que no les quiten el único ítem con el que cuenta la comunidad.
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